sábado, 27 de julio de 2019

Un nuevo comienzo parte 2: segundo viaje... mucho más diferente


Recuerdo que en Venezuela había visto unos videos de un youtuber venezolano inmigrante en España llamado Enrique Vásquez, que había hecho un viaje de vacaciones a Santander. Me pareció hermoso lo que contaba de los paisajes, playas, el paseo por la bahía... pero nunca me imaginé que me correspondería ubicarme aquí. Recuerdo que cuando tuve la cita con la trabajadora social de migraciones y me dijo que vendría para acá, pensé: «¿y ahora?» «¡no conozco a nadie allá!» Desde luego no conocía a nadie en toda España, pero mi madre tenía una amiga de toda su vida y una pariente suya en Madrid que me podrían prestar cualquier apoyo que necesitase, pero en Cantabria sería distinto. Estaría con Dios nada más, y quien sería por poco tiempo mi novio más adelante y a quien en este blog llamaré Charles que, al fin y al cabo creo es una variación de su nombre, porque es un poco menos común que el suyo jajaja. Él no reside aquí pero está en Portugal, que está a unas seis o siete horas en coche.
Decidí aceptar venirme, ya la trabajadora social se había puesto en contacto con la organización que me acogería aquí, y partí el 28 de agosto de 2017. El viaje no fue muy largo, pero sí bastante cansón por estar sentada por mucho rato y no estar acostumbrada a los viajes. Llegué aquí a eso de las 5:30 de la tarde.

un nuevo entorno


Santander resultó ser una ciudad muchísimo más tranquila que Madrid. Recuerdo que en un principio al día siguiente de estar instalada en el departamento donde llegué, cuando salí un rato sola para explorar el terreno, me extrañó un poco tanto silencio. Sí, llegué tan desubicada como podrían pensar. Me recibió el director de la Organización de acogida Movimiento por la Paz, que trabaja con las personas que solicitan protección internacional como yo. Ah sí, así fue como me dejaron entrar a este país. El primer departamento donde viví estaba situado a las afueras, supuestamente lo destinó el gobierno a las personas de movilidad reducida (ese fue el piso donde había plaza cuando les dije que tenía discapacidad visual), tenía tan poca hacera y tantos jardines, que me preguntaba cómo una silla de ruedas podía pasar por allí. Mi estancia allí fue muy breve, pero me dio tiempo de pasar un día con Charles cuando vino a verme. No conocí demasiado pues estaba un poco lejos del centro, y el bus no pasaba muy seguido; de hecho, la primera vez que me alejé mucho de casa me perdí al regresar. El segundo departamento donde viví estuvo muuucho mejor; muy céntrico, los buses pasan cada 20 o 30 minutos. Pero por las condiciones que firmé Con Movimiento por la Paz (MPDL), debía mudarme al cabo de seis meses. Era necesario, pues es parte del procedimiento que se sigue con las organizaciones de acogida para solicitantes de protección internacional. Ahora, sin embargo, estoy en un tercer departamento también bastante cerca del centro. Siempre he vivido en departamentos compartidos, pues es bastante más económico. Obviamente, es bastante diferente vivir en una habitación que disponer de toda la casa para ti. Con el tiempo he aprendido a conocer al norteño (solidario pero un poco seco si no te da la confianza), los sitios económicos para comer, los sitios económicos para hacer la compra, cómo cruzar un semáforo, y los lugares donde puedo caminar más libremente.
Los primeros meses, habían veces en los que la soledad me pegaba un montón. Cuando era así llamaba a Charles, que siempre estuvo dispuesto a brindarme una palabra de cariño, un tema de conversación o lo que fuese para distraerme. Sin embargo ahora que no estamos lo que hago es orar, y afirmarme que este es el camino correcto, el que es mejor para mi. Una que otra vez me pregunté ¿cómo es que dejé a mi familia, si con mis padres lo tenía todo? La respuesta es sencilla. Quería y necesitaba mayor independencia en todos los sentidos: social, económica, laboral... no diré que ha sido fácil, pues toda mi vida he estado con mi familia más cercana, mis padres y mi hermano. Pero cuando ellos decidieron irse a Chile, y me preguntaron qué iba a hacer, les dije: «no, yo me voy a España». No sé si les hablé de esto en la entrada anterior. No fue nada fácil para mis padres, ni tampoco para mi. Sin embargo de algún modo, sabía que estaba tomando la decisión correcta. Ahora, deseo dejarles un video que subí al youtube hace unas semanas, para comentarles más de cómo me está yendo y responder las preguntas más frecuentes.

¡Hasta la próxima entrada! Los quiere, Zoraya.
«Tus circunstancias pueden no ser de tu agrado, pero no han de seguir siendo las mismas si concibes un ideal y luchas por alcanzarlo». James Allen

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