lunes, 18 de marzo de 2019

Un nuevo comienzo parte 1: mi primer viaje fuera del país

Me encontraba un poco entumecida y bastante cansada después de esas 8horas que duró el vuelo que nos llevó a mis padres, mi hermano y a mi a nuestro primer viaje al exterior juntos hace cinco años y el único que pudimos hacer. Cuando ya eran las 11:30 o 12:00 de la noche dieron la alerta para aterrizar en el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, comúnmente conocido como Aeropuerto Internacional de Ezeiza que sirve a la ciudad Ezeiza, ubicada a unos 35 Kilómetros de Buenos Aires. Claro que todo esto no lo sabía, solo estaba pendiente del momento de la llegada y al escuchar ese anuncio, tomé al fin conciencia de estar verdaderamente en otro país. No importaba el boleto comprado, las ocho horas de vuelo o las veces que me lo dijeron estando aquí, supe que fue real solo al bajarme del avión. Ese sin duda fue un excelente viaje.

«Vamos a Argentina»

Todo comenzó con ese comentario de mi padre, dos meses antes de irnos pues teníamos salida el 31 de julio del 2013. 15 días antes del vviaje fuimos a buscar los 500 dólares en efectivo Que nos otorgó Cadivi era la primera vez que tocaba tanto dinero junto, pues desde que se decretó el control de cambio en Venezuela se otorgaba una cantidad límite de dólares para viajes al exterior por año, así como para compras por internet. Este organismo quedó olvidado ya por supuesto, debido a la cada vez mayor demanda de divisas extranjeras y la imposibilidad por parte del estado de equiparar el dolar paralelo. No dejaba de acariciar esa plata; $500 para mi... no lo podía creer. Una vez en Argentina, mamá nos pidió que le diésemos al menos $300 a mi padre para que pudiese guardarlos y administrarlos en caso de una emergencia. Aún así, con $200 para nosotros nos parecía suficiente. Hicimos muchas cosas divertidas en la capital como perdernos de vuelta al hotel una vez que tuvimos una tarde de caminata, pasear por la avenida Corrientes que si no me equivoco es una de las más grandes, gozar del frío, leer por primera vez en la vida un menú de un restaurant en braille, pasarlo bien en una hacienda que estaba a unos kilómetros cerca. Nos dieron unas empanadas que llamaban patas abiertas ¿adivinan por qué verdad? ¡se chorreaba uno tanto que tenía que abrir los pies!!! El viaje lo hicimos con un gringo y dos colombianos, y fue fabuloso. Hicimos un tour por la ciudad en una camioneta pequeña que ellos llaman micro; a pesar que la mayoría de las cosas que mostraron en ese tour solo se podían ver me gustó mucho ese paseo.
Bariloche fue sin duda otra experiencia maravillosa. Un frío aún más intenso, pude tocar la nieve en un cerro que ellos llaman Catedral e incluso mi hermano me lanzó una bola... sin embargo lo que más me encantó de todo el viaje fue escuchar el español de los argentinos. La manera que ellos tienen de expresarse es excelente.

¿casualidad o causalidad?


Ser un turista no es lo mismo que ser un inmigrante. Parece un poco obvio mi comentario, pero es pertinente recordarlo: cuando eres turista, conoces los monumentos que te ofrece la ciudad donde estés, te quedas en hoteles y dependiendo de tu presupuesto comes en lugares más o menos decentes porque te planificas precisamente para eso, irte y no quedarte. En cambio como un inmigrante vas a conocer el trabajo duro, no vivirás en el mejor de los lugares por un tiempo (dependiendo del presupuesto que lleves), no tendrás mucho tiempo para descansar (ni digamos entretenimiento)... sin embargo, las experiencias de cada persona son muy singulares. Venezuela era un país que lo tenía literalmente todo, tanto así que pudimos acoger gran parte de población Europea y Latinoamericana en sus épocas de crisis... y ahora es nuestro turno de ser acogidos en otros países, por los diferentes motivos que he innumerado en diversas ocasiones: las protestas que asolaron nuestras calles el año antepasado que nos dejó tantas pérdidas, y la desmejora de nuestra calidad en materia de seguridad, economía, salud, etc.

Un nuevo comienzo


hasta este último párrafo, este post había sido escrito en venezuela. Ahora, como muchos saben me encuentro en la ciudad de Santander, capital de la provincia Cantabria, al norte de España. Es increíble todo lo que me ha pasado; tengo muchísimo que contarles, desde mi preparación para este viaje hasta estar aquí, sentada en una cafetería en el centro de la ciudad. De verdad me han pasado muchas cosas: compartí con cientos de extranjeros, sentí muchísimas cosas, tuve un novio maravilloso, leí algún que otro libro, derramé algunas lágrimas, me rechazaron para un trabajo el día de hoy... pero por el momento, los dejaré con este abrebocas mientras planifico como ordenar todo lo que quiero escribirles, con todo el cariño. Los quiere, Zoraya.
{«Nuestras creencias sobre lo que somos y lo que podemos ser determinan con precisión lo que podemos ser» Anthony Robbins